Los musulmanes están intentando expulsar a las 62 familias coptas que habitan en un pueblo próximo a Alejandría, tomando como pretexto un hecho falso del que se acusa a un cristiano, según informa AsiaNew.it.
Los coptos de Kobry-el-Sharbat (Al-Amerya) fueron atacados el 27 de enero por 3.000 musulmanes, dirigidos por líderes salafistas, que prendieron fuego a sus casas y comercios. La violencia se desató por las acusaciones de un barbero musulmán, quien afirmó que un sastre cristiano de 34 años, Samy Mourad Guirgis, había hecho fotos “ilegales” a una mujer musulmana con su móvil. Mourad, que negó la acusación, se entregó a la policía porque temía por su vida. Los musulmanes prendieron fuego a su casa y taller, y toda su familia se vio obligada a abandonar el pueblo. Mourad está todavía bajo custodia policial.
Desde entonces se han celebrado tres reuniones de “reconciliación” en la sede de la policía en Al-Amerya a las que han asistido representantes de la Iglesia copta, los salafistas y la Hermandad Musulmana. Según la policía, la mujer afectada ha negado toda veracidad a la obsurda la historia, y , por otro lado, no se han encontrado las fotos “comprometedoras” en el móvil de Mourad. Sin embargo, los coléricos mahometanos, pese al testimonio de la referida joven musulmana, insistieron en que el “honor de los creyentes de Alá” había sido mancillado, por lo que en la primera de las reuniones convocadas se negaron a aceptar cualquier tipo de compensación que zanjara el asunto.
El 30 de enero, los musulmanes atacaron la aldea de Kobry-el-Sharbat por segunda vez, incendiando las casas de tres cristianos y sembrando el terror, sin que la corrupta policía egipcia interviniera. Una de las casas que ardieron era la de un rico comerciante llamado Solimán, quien fue acusado por los asaltantes de haber hecho disparos al aire cuando cuando su casa ardía, por lo que exigen su expulsión del pueblo. Por supuesto, aunque no se ha acreditado que la víctima efectura disparos intimidatorios, la policía ha dictado una orden de detención contra Solimán.
El 1 de febrero tuvo lugar otra “reunión de reconciliación”. En ella se impuso la expulsión de varias familias cristianas y la venta forzosa de los bienes de Solimán, bajo la supervisión del un clérigo salafista. Los musulmanes dejaron claro que si el “acuerdo” era rechazado los cristianos volverían a ser atacados. El Padre Boktor, que estuvo presente en el “encuentro reconciliatorio”, ha declarado que Solimán aceptó dicho “acuerdo” para evitar mayores sufrimientos a sus hermanos cristianos.
Los coptos de Kobry-el-Sharbat (Al-Amerya) fueron atacados el 27 de enero por 3.000 musulmanes, dirigidos por líderes salafistas, que prendieron fuego a sus casas y comercios. La violencia se desató por las acusaciones de un barbero musulmán, quien afirmó que un sastre cristiano de 34 años, Samy Mourad Guirgis, había hecho fotos “ilegales” a una mujer musulmana con su móvil. Mourad, que negó la acusación, se entregó a la policía porque temía por su vida. Los musulmanes prendieron fuego a su casa y taller, y toda su familia se vio obligada a abandonar el pueblo. Mourad está todavía bajo custodia policial.
Desde entonces se han celebrado tres reuniones de “reconciliación” en la sede de la policía en Al-Amerya a las que han asistido representantes de la Iglesia copta, los salafistas y la Hermandad Musulmana. Según la policía, la mujer afectada ha negado toda veracidad a la obsurda la historia, y , por otro lado, no se han encontrado las fotos “comprometedoras” en el móvil de Mourad. Sin embargo, los coléricos mahometanos, pese al testimonio de la referida joven musulmana, insistieron en que el “honor de los creyentes de Alá” había sido mancillado, por lo que en la primera de las reuniones convocadas se negaron a aceptar cualquier tipo de compensación que zanjara el asunto.
El 30 de enero, los musulmanes atacaron la aldea de Kobry-el-Sharbat por segunda vez, incendiando las casas de tres cristianos y sembrando el terror, sin que la corrupta policía egipcia interviniera. Una de las casas que ardieron era la de un rico comerciante llamado Solimán, quien fue acusado por los asaltantes de haber hecho disparos al aire cuando cuando su casa ardía, por lo que exigen su expulsión del pueblo. Por supuesto, aunque no se ha acreditado que la víctima efectura disparos intimidatorios, la policía ha dictado una orden de detención contra Solimán.
El 1 de febrero tuvo lugar otra “reunión de reconciliación”. En ella se impuso la expulsión de varias familias cristianas y la venta forzosa de los bienes de Solimán, bajo la supervisión del un clérigo salafista. Los musulmanes dejaron claro que si el “acuerdo” era rechazado los cristianos volverían a ser atacados. El Padre Boktor, que estuvo presente en el “encuentro reconciliatorio”, ha declarado que Solimán aceptó dicho “acuerdo” para evitar mayores sufrimientos a sus hermanos cristianos.
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