Lo que tenía que ser un día de celebración en Afganistán se ha convertido en una jornada negra, con consecuencias difíciles de predecir. Al menos un centenar de personas han resultado heridas o muertas en dos atentados contra templos chiíes en las ciudades de Kabul y Mazar-e-Sharif, coincidiendo que decenas de fieles celebraban la festividad de la Ashura.
Tras la caída del régimen de los talibán no había habido ataques de importancia contra la comunidad chií en Afganistán, que pertenece a la etnia hazara y es una minoría en el país. Los atentados de este martes pueden suponer un punto de inflexión en la buena convivencia que había caracterizado a chiíes y suníes en Afganistán en los últimos años.
Los datos son confusos y nadie sabe la cifra exacta de muertos y heridos. Algunas fuentes hablan de hasta 48 fallecidos y un centenar de heridos en el atentado en Kabul, ocurrido en el templo de Murat Khani, a pie del seco río Kabul, y uno de los centros más emblemáticos de la comunidad chií en la capital afgana para celebrar la Ashura. Incluso personas de otras provincias habían acudido al templo para conmemorar el martirio del nieto del profeta Mahoma, Hussein.
Ataque suicida en un templo abarrotado
A las doce del mediodía, tres horas y media menos en la Península, un terrorista suicida se inmoló en medio de la multitud que se concentraba delante del templo esperando para entrar, mientras muchos otros fieles ya estaban en el interior rezando.
"Fui a buscar más vasos de leche y una gran explosión me tiró al suelo y me dejó aturdido. Cuando me levanté, sólo vi cuerpos de gente tirados por el suelo", se lamentaba un vendedor de leche, a punto de romper a llorar, recordando lo sucedido.
Otras personas que estaban cerca del lugar aseguran que la explosión no fue tan grande, pero había tanta gente concentrada en un mismo sitio que la masacre estuvo asegurada. Entre los muertos y heridos hay mujeres y criaturas, que también estaban en el exterior del templo esperando ver cómo los hombres se azotan la espalda, una de las prácticas chiíes durante el día de la Ashura.
El capitán Fazel Ahmad Naser, que se encarga de la seguridad del hotel Serena, situado relativamente cerca del lugar del atentado, explica que, en cuanto oyó la explosión, corrió al lugar del atentado.
"Aún no habían llegado las ambulancias y todo era un caos. Había gente por todas partes tirada por el suelo y casi no se podía andar. Cogí los primeros cuerpos que vi y los metí en mi todoterreno para llevarlos al hospital, pero en vez de coger a tres heridos, me llevé a tres muertos", relataba con cara compungida.
Mujeres y criaturas se alejaban del sitio del ataque llorando, mientras decenas de policías afganos se desplegaban en el área. Más de una quincena de todoterrenos, cargados con una decena de agentes cada uno, llegaron al lugar. Tras el atentado, la celebración de la Ashura continuó en el resto de templos de Kabul, pero se instalaron controles de policía para impedir la circulación de vehículos en los alrededores.
El segundo ataque
En la ciudad de Mazar-e-Sharif, en el norte de Afganistán, otro atentado también contra un templo chií tiñó la celebración religiosa. Como en Kabul, las cifras no están claras. Se habla de cuatro muertos y una decena de heridos. "Pensaba que la mezquita era un lugar seguro", se lamentaba en Kabul Javed, de 28 años, que estaba dentro del templo de Murat Khani, cuando el terrorista suicida se inmoló en el exterior. Dice que no recuerda nada más, que echó a correr para salvarse.
Hasta este martes no había habido ataques de importancia contra la comunidad chií en Afganistán, y menos aún contra un templo religioso, sino todo lo contrario. La Ashura, a pesar de ser la celebración de una minoría religiosa en Afganistán, es día festivo en todo el país. Hoy las oficinas gubernamentales en Kabul están cerradas y también muchas tiendas.
Los talibán, durante su régimen, sí que se ensañaron contra la población chií de etnia hazara y protagonizaron importantes matanzas, por ejemplo en Mazar-e-Sharif y Yakaolang, en el norte y centro del país, respectivamente.
Finalmente, un tercer de menor importancia ha dejado tres heridos de diversa consideración en Kandahar, al sur del país. En esta ocasión, el artefacto iba adosado a una motocicleta.
Tensiones entre chiíes y sunitas
Por el momento se desconoce la autoría de estos ataques. "Nadie ha reivindicado su autoría", afirman fuentes policiales.
Afganistán tiene una larga historia de tensión y violencia entre sunitas y la minoría chiíta, pero desde la caída de los talibanes el país se había librado de los ataques sectarios a gran escala que han preocupado a la vecina Pakistán.
Sin embargo, la violencia entre ambos grupos religiosos se ha intensificado desde que los militantes sunitas estrecharan sus vínculos con Al Qaeda; especialmente en su postura contraria a Estados Unidos tras los ataques del 11 de septiembre.
Los atentados de hoy se producen un día después de que la comunidad internacional se comprometiera ayer, en la conferencia de Bonn sobre el futuro de Afganistán, a apoyar financieramente al país asiático tras la retirada en 2014 de las tropas internacionales.
Tras la caída del régimen de los talibán no había habido ataques de importancia contra la comunidad chií en Afganistán, que pertenece a la etnia hazara y es una minoría en el país. Los atentados de este martes pueden suponer un punto de inflexión en la buena convivencia que había caracterizado a chiíes y suníes en Afganistán en los últimos años.
Los datos son confusos y nadie sabe la cifra exacta de muertos y heridos. Algunas fuentes hablan de hasta 48 fallecidos y un centenar de heridos en el atentado en Kabul, ocurrido en el templo de Murat Khani, a pie del seco río Kabul, y uno de los centros más emblemáticos de la comunidad chií en la capital afgana para celebrar la Ashura. Incluso personas de otras provincias habían acudido al templo para conmemorar el martirio del nieto del profeta Mahoma, Hussein.
Ataque suicida en un templo abarrotado
A las doce del mediodía, tres horas y media menos en la Península, un terrorista suicida se inmoló en medio de la multitud que se concentraba delante del templo esperando para entrar, mientras muchos otros fieles ya estaban en el interior rezando.
"Fui a buscar más vasos de leche y una gran explosión me tiró al suelo y me dejó aturdido. Cuando me levanté, sólo vi cuerpos de gente tirados por el suelo", se lamentaba un vendedor de leche, a punto de romper a llorar, recordando lo sucedido.
Otras personas que estaban cerca del lugar aseguran que la explosión no fue tan grande, pero había tanta gente concentrada en un mismo sitio que la masacre estuvo asegurada. Entre los muertos y heridos hay mujeres y criaturas, que también estaban en el exterior del templo esperando ver cómo los hombres se azotan la espalda, una de las prácticas chiíes durante el día de la Ashura.
El capitán Fazel Ahmad Naser, que se encarga de la seguridad del hotel Serena, situado relativamente cerca del lugar del atentado, explica que, en cuanto oyó la explosión, corrió al lugar del atentado.
"Aún no habían llegado las ambulancias y todo era un caos. Había gente por todas partes tirada por el suelo y casi no se podía andar. Cogí los primeros cuerpos que vi y los metí en mi todoterreno para llevarlos al hospital, pero en vez de coger a tres heridos, me llevé a tres muertos", relataba con cara compungida.
Mujeres y criaturas se alejaban del sitio del ataque llorando, mientras decenas de policías afganos se desplegaban en el área. Más de una quincena de todoterrenos, cargados con una decena de agentes cada uno, llegaron al lugar. Tras el atentado, la celebración de la Ashura continuó en el resto de templos de Kabul, pero se instalaron controles de policía para impedir la circulación de vehículos en los alrededores.
El segundo ataque
En la ciudad de Mazar-e-Sharif, en el norte de Afganistán, otro atentado también contra un templo chií tiñó la celebración religiosa. Como en Kabul, las cifras no están claras. Se habla de cuatro muertos y una decena de heridos. "Pensaba que la mezquita era un lugar seguro", se lamentaba en Kabul Javed, de 28 años, que estaba dentro del templo de Murat Khani, cuando el terrorista suicida se inmoló en el exterior. Dice que no recuerda nada más, que echó a correr para salvarse.
Hasta este martes no había habido ataques de importancia contra la comunidad chií en Afganistán, y menos aún contra un templo religioso, sino todo lo contrario. La Ashura, a pesar de ser la celebración de una minoría religiosa en Afganistán, es día festivo en todo el país. Hoy las oficinas gubernamentales en Kabul están cerradas y también muchas tiendas.
Los talibán, durante su régimen, sí que se ensañaron contra la población chií de etnia hazara y protagonizaron importantes matanzas, por ejemplo en Mazar-e-Sharif y Yakaolang, en el norte y centro del país, respectivamente.
Finalmente, un tercer de menor importancia ha dejado tres heridos de diversa consideración en Kandahar, al sur del país. En esta ocasión, el artefacto iba adosado a una motocicleta.
Tensiones entre chiíes y sunitas
Por el momento se desconoce la autoría de estos ataques. "Nadie ha reivindicado su autoría", afirman fuentes policiales.
Afganistán tiene una larga historia de tensión y violencia entre sunitas y la minoría chiíta, pero desde la caída de los talibanes el país se había librado de los ataques sectarios a gran escala que han preocupado a la vecina Pakistán.
Sin embargo, la violencia entre ambos grupos religiosos se ha intensificado desde que los militantes sunitas estrecharan sus vínculos con Al Qaeda; especialmente en su postura contraria a Estados Unidos tras los ataques del 11 de septiembre.
Los atentados de hoy se producen un día después de que la comunidad internacional se comprometiera ayer, en la conferencia de Bonn sobre el futuro de Afganistán, a apoyar financieramente al país asiático tras la retirada en 2014 de las tropas internacionales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario